Hace pocos dias volví a toparme con The Devil Wears Prada y por ende volver a sorprenderme con la genialidad de Meryl Streep.
En un día dedicado a hablar de diseñadores, me permito la libertad para hablar de quien dictamina la legitimidad y genialidad de uno de estos: Anna Wintour, inspiración absoluta de Streep a la hora de encarnar a Miranda Priestly.
Con 60 años, la editora general de la edición norteamericana de Vogue desde 1988, verá en pocos meses más la reacción del público al verla trabajando para la edición «biblia» de todos los años: THE SEPTEMBER ISSUE, del año 2007. En esta, «Dios Wintour» y sus «discípulos» (la selección de una larga lista de fotógrafos, periodístas y coolaboradores que dictaminan el camino de la moda mundial) se preparan para lanzar la edición más grande de la historia de Vogue, con Sienna Miller en portada y casi 3 kilos de hojas (literalmente, no lo digo como metáfora).
Anna, quién salvó la revista en los 80´al volver a volcarla en el sendero de la moda, pasarelas y tendencias, y no a la vida social y estilos de vida, entiende muy bien el poder que ejerce y el ícono en el que se ha convertido. Desde un principio supo lo que quería, y con un corte estilo «Bob» que impone y propone desde los 14 años, forjó su camino hasta llegar al sitial en el que se encuentra.
En una época de portadas de modelos en primer plano en estudio, puso a modelos desconocidas y exóticas en exteriores mostrando más el cuerpo. En la década de la ostentación absoluta, Wintour mezcló lo barato con lo lujoso, creando un estilo si bien elegante y fashion, rebelde y propio. En una década donde las modelos lo eran todo, Anna se encargó de lucir el «tras bambalinas», dándole igual importancia en los créditos a maquilladores, estilistas y fotógrafos.
En este 2009, Anna nos sorprenderá con un documental sobre su vida en el mundo de Vogue, que ya fue premiado en Enero en Sundance Film Festival. Estreno: Septiembre.
Y como dice Miranda Priestly, «that´s all».
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